miércoles, 12 de diciembre de 2018

Alfredo Tejada. Sentidos del Alma. Teatro Isabel la Católica. 8/12/18


Fue la puesta de largo de su segundo trabajo discográfico. El primero, un directo grabado en La Platería cuya calidad acusó el recibo de publicarse dado el magnífico nivel que hubo aquella noche.
Para este estreno, eligió la tierra de la que es adoptivo. Sin embargo, la respuesta de la masa social flamenca dejó mucho que desear. Tras el final del ciclo de la XIX edición de los Encuentros Flamencos, la organización, en este caso, el Ayuntamiento, debería reflexionar acerca de cómo programar y publicitar estos eventos. La tónica diaria, salvo la excepción de Marina Heredia, ha sido de una venta de entradas que poco calor ha dado a los artistas.
Alfredo Tejada es un cantaor de oficio, con recursos y que sabe lo que hace y por qué lo hace. Con esos argumentos no le resultó difícil llegar a un público que aunque no arrancó entregado, no le quedó más remedio que hacerlo conforme pasaban los minutos. Porque independientemente de los cantes que forman parte del disco el directo es otra cosa. La presentación tuvo un carácter informal aparente pero todo estaba medido milimétricamente para que saliera bien. Como debe ser. La improvisación en el flamenco es intrínseca al mismo pero cuando todo está rodado el resultado es sobresaliente.



Desde el principio de la petenera dedicada a Aylan Kurdi, cuya histórica imagen dejó helado al mundo entero al mostrar al niño sirio fallecido en la orilla de la playa, con la colaboración especial se Suhail Serghini, todo fue de menos a más; un emotivo abrazo entre ambos dio el pistoletazo de salida a un recital que fácilmente nos recuerda a producciones de la envergadura de Miguel Poveda.
Tejada presentó el disco completo salvo la murciana y se aprovechó de las magníficas colaboraciones que en él aparecen para demostrar que ser Lámpara minera no es algo gratuito. Con la guitarra de José Luís Montón secundándole, se acordó de Triana en la soleá, en un repertorio clásico que dio paso a las bulerías de Vallejo 'Llegó el frutero' con la guitarra de Óscar Lago emulando al mismísimo Manolo de Huelva con la colaboración incombustible de Enrique Pantoja.



El primero de los momentos emotivos de la noche vino al calor del recuerdo de Enrique Morente, con dedicatoria a Aurora, su mujer, presente entre el público, fandangos de Huelva mediante. En los coros, José y Maka, Makarines, Gilberto de la Luz y Mariano Cortés y teclado de Norberto Rodríguez.
Con el piano de Melodie Gimard, Alfredo rememoró a Caracol por zambra, a los pies de la cola del piano, apoyado en él, cuasi cabizbajo y entregado.
Fue a partir de la mitad del espectáculo, el que se subieran todos los músicos a arropar al protagonista, por tangos de 'Graná', en el homenaje a Miguel Hernández con una nana preciosista, en las alegrías compuestas para la ocasión por Emilio Florido (también las bulerías), otro sentido homenaje a Morente con letras de José Antonio Korpas y finalmente la farruca de sello propio dedicada a su hija.
El fin de fiesta fue un órdago a la grande por bulerías de Cádiz, con recitado de Enrique Pantoja, que voló libre, se expresó y se sintió como en casa. 'Casa manteca' que así figura en el disco fue otro caramelo musical a modo de despedida antes de que invitase a darse una pataita a la pequeña Triana, una muy joven bailaora que apunta maneras y que llegará alto.

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