jueves, 19 de abril de 2018

María Terremoto/Pepe Torre. Flamenco viene del sur. 16.04.2018



Con un programa doble arrancó un lunes más el ciclo 'Flamenco viene del sur' del curso 2018. No es la primera vez que nos la encontramos, aunque no es algo que se repita con frecuencia. En este sentido, encontramos pros y contras no sólo para la afición, sino para la industria del flamenco. Aún desconociendo en profundidad por donde andan los cachés del ciclo (conocemos el de algunos artistas que sí han venido últimamente) el hecho de programar a dos artistas con sus respectivas compañías (caso de Pepe Torre) nos lleva a pensar que el montante general de presupuesto se verá dividido entre los participantes. Quien sale beneficiado sin lugar a dudas es el público que, en este caso, disfruta de un recital de cante de un nivel muy elevado a la par que otro de baile por  el precio de un espectáculo.

©Imagen cedida por nuestro amigo Carlos Fernández 'Curro del Realejo'. 
www.extampasflamencas.com


Y si nos vamos ala flamenco, hablamos de dos escuelas que guardan ciertas semejanzas. Ambos protagonistas de la noche del lunes, proceden de una estirpe flamenca que les imprime un sello tan personal como de responsabilidad. La una, hija de Fernando Fernández Pantoja y nieta de Fernando Fernández Monge 'Terremoto de Jerez', el otro nieto de Luís Torres Joselero de Morón y sobrino nieto de Diego del Gastor.  
Abrió la noche la jerezana María Terremoto. Algo rozada de la voz y con un aparente catarro, bajo la batuta musical de la guitarra de Nono Jero y el compás de Manuel Valencia y Manuel Cantarote redujo el repertorio anunciado de seis cantes hasta cuatro. Acierto sin duda pues si no la noche se hubiera alargado en demasía. Soleá por bulerías, tientos y larga tanda de tangos, fandangos caracoleros acordándose de su padre y su abuelo además de Agujetas y bulerías santiagueras. En María encontramos los ecos de una forma de entender el cante, propia de un barrio, de una familia cantaora y de una forma de vivir y de transmitir.


©Imagen cedida por nuestro amigo Carlos Fernández 'Curro del Realejo'. 
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En la segunda parte de la noche, el protagonismo fue para Pepe Torre. No es un bailaor anárquico pero bajo su estampa encontramos una estética de las que ya no se encuentran.  Una forma de moverse por el escenario que más pareciere un recorrido natural por el decálogo del bailaor expresivo y espontáneo que escupe lo que siente a través de su cuerpo. Nada de academicismo hay en él, sin embargo, todo lo aprendido formalmente se proyecta en unos modos tan personales que de seguida nos encontramos con una fiesta permanente provista de lances naturales. Con el cante de David El Galli y Antonio Villar acordaron darlo todo. A la vista estuvo.

©Imagen cedida por nuestro amigo Carlos Fernández 'Curro del Realejo'. 
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Fue El Galli quien dirigió la parte cantaora, magnífico de facultades, para el baile por alegrías de Torre. Enérgico, potente en los remates y con un porte masculino soberbio. Antes, Juan Requena abrió en solitario por granainas. El Galli Y Villar, en una tanda de tarantas y cartageneras dieron la vez de nuevo a un final que supo a poco por soleá ya que duró un suspiro. Nos dejó Pepe la miel en los labios y más ganas de apreciar cómo detenía el tiempo cada vez que se recogía en la soleá. Acabó por fiesta, como era previsible, en la que nos volvió a dar una muestra de cómo se baila con una apariencia improvisada que debería ser una escuela en sí. 

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