Cualquier celebración de
aniversario flamenco en la extensión que sea, es digna de mención.
Si se trata de un festival que se sitúa fuera se nuestras fronteras,
más aún. Mont de Marsan se ha convertido desde hace ya 25 años en
uno de los emplazamientos más flamencos de Europa. Su festival, de
gran formato para un pueblo de apenas 40.000 habitantes es toda una
lección de humildad para cómo se deben de hacer las cosas, algo de
lo que presumimos en Andalucía, en nuestra tierra, y que, visito lo
visto, se queda solo en eso: presumir del aire. No han sido pocas las
conversaciones que hemos escuchado y mantenido esta semana con
artistas, periodistas y aficionados acerca de la forma de trabajar el
flamenco por parte de los franceses y la frase se repetía una y otra
vez: “En España no se hacen cosas así. Si se hicieran así nos
iría mejor. Así nos va”. Y es una pena que sea el país galo el
que movilice no sólo a todos sus habitantes, sino que el volumen de
aficionados franceses de otras ciudades que se ha desplazado a este
festival es enorme. Caras conocidas de otros festivales (Nimes,
París, Lyon) participaron en este festival, ya fuere como público o
como cursillistas. Y es que todavía tenemos mucho que aprender en
cuestiones de industria cultural y dejar de mirarnos el ombligo. En
este sentido el sobresaliente hay que dárselo a todos los
responsables del festival, desde Sandrine Rabassa hasta los
responsables de prensa, técnicos etc.
Sea como fuere, la
edición 2013 de Mont de Marsan ha reunido a una nómina de artistas
de primer nivel de la que le damos cuenta. El pequeño estado francés
se convirtió durante una semana en centro neurálgico del flamenco.
Cursos de cante, piano flamenco, baile, toque y compás en las
figuras de Jose Valencia, Diego Amador, Lidia Valle, Farruquito,
Perico Navarro, Javier Prieto, La Moneta etc dinamizaron las mañanas
y las tardes hasta las seis y media de la tarde, hora esta en la que
los espectáculos comenzaban. Una semana completa de actividades,
exposiciones fotográficas, actuaciones fuera de programa oficial
(festival Off) y trasnoches para aquellos que quisieran continuar en
la madrugada en la conocida peña flamenca 'Quehupa' que dirige
nuestra amiga Marie Pierre Masanes.
Arrancó el certamen con
la actuación de María Pagés que trajo 'Utopia'. El mismo lunes
comenzaron los cursillistas a ponerse al día con las clases. Al día
siguiente Diego del Morao presentó básicamente su último disco con
el añadido de contar con Pepe del Morao, Ane Carrasco, Maloco y Juan
Carrasco. Fue esta la primera de varias noches en las que el cartel
del día era compartido por otros artistas, pues la granadina
Fuensanta 'La Moneta' se encargó de cerrar la noche dejando el
pabellón del baile a la altura de las estrellas.
La fusión bien entendida
en el flamenco no pasa necesariamente por unir diferentes elementos
flamencos y no flamencos y esperar a que el resultado y/o el público
decida si es digno de llamarse fusión y ser bien recibida. El piano
flamenco es uno de los instrumentos musicales que más tarde se
introdujo en el flamenco, (antes que el cajón) de las manos de
Arturo Pavón. Diego Amador y Dorantes son el testigo renovador del
piano flamenco. Procedentes de grandes dinastías gitanas, la fusión
del miércoles se produjo no ya con otros instrumentos sino entre
ambos. Dos pianos frenteados, cara a cara, mostrando que son capaces
de hacer cada uno. Apoyándose, enfrentándose, tomando prestadas
composiciones. Diego Amador se atrevió a acompañarse al cante, (es
algo frecuente en él) con un eco claramente camaronero. Pero pareció
que el peso musical fuera a la batuta de Dorantes ya que sus
composiciones, posiblemente por ser más comerciales y conocidas,
quedaron más latentes, aunque en bulerías las novedades de Amador
dieron la nota.
Un rato antes, el ciclo
de espectáculos situados en la carpa central trajeron la compañía
de Vanesa Coloma, que con el cante de Jesús Corbacho y la guitarra
de Oscar Lago deleitaron al público francés entre otros, con unas
alegrías en la figura una Vanesa inspirada y provocadora.
Mercedes Ruíz es uno de
los máximos exponentes del baile jerezano. Nuevas generación que
viene pisando fuerte. Con un espectáculo sencillo en el diseño y
grande en el elenco (David Lagos al cante y Santiago Lara al toque)
pudimos ver 'Baile de palabra'. La estética de Ruíz es palpable y
su técnica inmensa por lo que la redondez en el resultado del
espectáculo fue destacable. La única pega fue la extensa duración
del mismo que provocó en el público altibajos en su manera de
agradecer el baile.
Al contrario que dos días
antes, el baile precedió al baile y el cante cerró el programa. Dos
voces antagónicas, la una laina y la otra quebrada, se unieron para
conformar un recital abierto al disfrute. Arcángel y Esperanza
Fernández no se enfrentaron sino que sumaron esfuerzos para ganar el
partido. Con las guitarras de Dani de Morón y Miguel Ángel Cortés
se alternaron en los cantes. El uno taranta, soleá y fandangos, la
otra cantiñas, seguiriyas y tangos. La conjunción musical fue a
base de tonás malagueñas y bulerías finales. Dos voces opuestas
que se convirtieron en una sola.
Algo parecido suponíamos
que iba a pasar el viernes cuando a las ocho de la tarde el programa
anuncio el cante de Jose Valencia y Pedro el Granaino. De nuevo, dos
extremos sonoros que compartieron espacio y cante. Aquí la
dificultad de aunar voces fue notable principalmente porque cada uno
canta en tonos distantes por lo que atreverse a cantar algo al
unísono supondría que alguno de los dos tendría que esforzarse por
subir o bajar tonos. Profesionales de esta categoría se atrevieron y
comenzaron con pregones (cada una en un tono, con la dificultad que
entraña) para dejarse el sitio el uno al otro. Ecos de soleá de
Valencia que pasaron a fandangos de Rengel en la voz de Pedro o
seguiriyas conformaron el peso del cante a dos. A partir de aquí,
oportunidad de escucharlos por separado.
Compartieron la guitarra
de Juan Requena, magistral en las formas de acompañar y adaptarse al
cante de cada uno.
Primer envite del
Granaino con granaina y media con verdial y tangos. Valencia afrontó
soleá, alegrías y dejó paso a la seguiriya de Pedro y a los
fandangos del Camas y de la Calzá. Nuevo envite de Jose con
malagueñas y bulerías para rematar ambos con tonás. Sin duda, el
mejor recital de todo el festival.
La segunda parte de la
noche estuvo reservada para la guitarra de Tomatito. Si escuchar sus
discos es un placer para los oidos, verlo y escucharlo en directo lo
es aún más. Lo habré visto ocho o nueve veces en directo y cada
día es distinto. Y mejor. Sus toques de siempre suenan cada vez
diferentes. Son un soplo de musicalidad vanguardista que recuerdan a
Camarón y al futuro, todo en uno. Sus acompañantes en el escenario
(Kiki Cortiñas, Simón Román, Cristi Santiago y Lucky Losada)
mantuvieron el nivel del concierto que sumaba enteros conforme pasaba
el tiempo. Por otro lado, y como vemos desde hace años a otros
grandes maestros como Paco de Lucía y Gerardo Núñez, el baile
estuvo presente en la figura de Paloma Fantova. Una bailaora que
posee una gran fuerza expresiva en su baile, cual caballo desbocado,
pero con el encanto de tener el dominio del espacio y el tiempo.
La última noche era la
baza fuerte del festival. Pero antes, a media tarde, la insólita
unión de los textos de Lorca y el piano de Dorantes sonó en el
teatro municipal. Extraña pues del recitado de los poemas del
granadino universal se encargó Michel Vuillemoz. García Lorca
traducido al francés junto a las notas jondas de Dorantes.
Y como digo el fin de
fiesta para Farruquito. La particularidad de la última noche de este
festival francés pasó por ofrecer en el mismo lugar donde se
celebró el espectáculo una cena previa al mismo. Mesas redondas
para diez comensales, asignadas junto a la entrada comprada y con un
menú propio de una boda. Una imagen que bien parecía la de los
tablaos en los que mientras se servía la cena se disfrutaba el
espectáculo. Pero si de algo sabe el público francés aficionado al
flamenco es de respeto. Por eso hasta que no se sirvió el postre no
comenzó el soniquete.
Farruquito presentó
'Abolengo' junto a Karime Amaya al baile (junto a Román Vicenti,
Luís Amador, Antonio Villar, Encarna Anillo, Zambullo) Un programa
basado en el compás, en los bailes festeros, en la jarana propia del
flamenco. Salvo algunos momentos de calma en la soleá, en la
seguiriya (mínimos), en la zambra y en la nana del comienzo, el
resto fue compás y fiesta. Algo de lo que sabe bien Farruquito que
dejó mejor sabor de boca, si cabe, que el magnífico menú de la
cena.
Después de varios días
de intensidad, de espectáculos, de visitar a artistas en sus clases
de cante, o baile, de trasnochar en la peña Quehupa, hacer el viaje
de vuelta compartiendo experiencias y vivencias en el autobús hasta
Bilbao con casi todos los artistas que he mencionado en esta reseña,
la lectura a hacer del festival no puede ser otra que excelente.
Desde Granadaiflamenco queremos remarcar que en las palmas y el compás del espectáculo de Arcángel y Esperanza Fernández iban Jose Fernández y Jorge Pérez. Desde aquí nos disculpamos por no haberlos nombrado en la reseña.
ResponderEliminarSaludos