viernes, 24 de mayo de 2024

PEDRO EL GRANAÍNO. 'DE GRANÁ. HOMENAJE A MORENTE'. Teatro Alhambra. 23/05/2024.

 Que Pedro el Granaíno siente un amor desmedido por el flamenco no es nuevo. Que lo mismo sucede con su tierra, también. Que sucede igual con Enrique Morente se nota en su dilatada carrera y en la multitud de guiños que le dedica en cada uno de sus recitales. Sin embargo, será prudencia, será el respeto o será la producción de este espectáculo, que Pedro en el recital que ofreció en el teatro Alhambra, producido por Miguel 'El Cheyenne', no quiso encomendarse sin más al Ronco del Albaicín, abusando del acopio de cantes, giros, melismas y estilos para rendir pleitesía al albaicinero. Lo cierto es que en cualquier recital del cantaor hay más guiños a Morente que en el que lleva por título 'De Graná. Homenaje a Morente'. Y fue virtud no abusar del reclamo estilístico y creador de Enrique para ofrecer un espectáculo sencillo y completo que tuvo sus más y sus menos. Los menos lo observamos en los juegos de luces, que no cumplieron siempre con la estética que se pretendió. Lo más, el resto.

Pedro parecía salir al escenario con cierta afonía, aún destacando que su timbre de voz es quebrado, pero o bien fue lo primero o bien tardó en calentar motores porque conforme se iban desarrollando los cantes fue a más hasta que su voz sonó a metal fundido. 

Arrancó su cante con tonás y debla de Tomás Pavón, al que verdaderamente homenajeó a la sombra de Enrique. La vidalita marchenera tuvo en cuenta el origen. Enrique Morente se declaraba admirador aférrimo de Pepe Marchena al que escuchaba en cintas de casette cuando iba de viaje con su familia. De ahí que ambos, tanto Enrique como Pedro, pusiesen en valor la historia de este estilo y la personalidad que ambos imprimieron al mal cante llamado de ida y vuelta. 

Entró a posteriori en terrenos más clásicos afrontando el cante por soleá. Estilos de Joaquín de la Paula, del Mellizo y remate alcalareño junto a la pulcra guitarra de Antonio de Patrocinio se alejaron de las formas morentianas para dar cabida al homenaje a sus referentes cantaores. Y es aquí donde se puede plantear y analizar el fondo y forma del recital. 

El fondo conceptual de la producción de este recital vira hacia 'Lo Morente' no así la forma. ¿Es un acierto no abusar de Enrique? Puede ser. Ya se hace con García Lorca en el flamenco así que dejemos que el río siga su curso, pero sobre todo, cambiar el curso para no provocar inundaciones insípidas. En este análisis también me planteo si la timidez con la que se trató de homenajear a Enrique nos lleva a pensar que se trató de un recital al uso, sin título concreto y menos sin referencias unilaterales. No obstante, el mayor acierto fue no abusar. 

En la forma sí hubo multitud de guiños a Enrique. El comienzo por tonás, en círculo, de pie, en primera línea de escenario, con los palmeros y músicos al compás y el eco profundo arropando la voz de Pedro. Más formas en la elección de cantes, siempre medida y tímida. Finalmente queda rascar no solo en la estética, sino en la ética. En eso Enrique fue un genio. La estética forma parte epidérmica del arte, la ética profundiza en el respeto al arte. 

Pedro, arropado al cajón por 'Benjamín 'El Moreno', a las palmas por 'El Cheyenne', 'José Cortés 'El Indio' y Miguel Heredia (hijo de Pedro) complementaron la escena musical. Cantes por granaínas rematados con el fandango de Antonio Rengel dieron paso al colaborado de lujo: Fernando Rodríguez 'El Pijote' remoquete que nada tiene que ver con el de los hermanos de Camarón de la Isla. A Fernando le acompañó  a la sonanta Miguel Ochando, gran conocedor de la obra de Enrique. Con un sonido metálico de la guitarra Fernando se acordó de Enrique en los fandangos de Huelva (La esposa triste se bañaba) y por soleá se acordó de Fosforito, Mairena con Charamusco y Enrique, probablemente los tres grandes referentes del cante de los últimos cincuenta años. 

Tras Fernando, se incorporó al escenario el grupo completo de músicos para musicar el poema de Al Mutamid, del siglo XII que musicara Morente allá por 1984. A dos voces, tan distintas pero tan bien enjaretadas elevó a los altares el maestro en una de las pocas licencias prestadas para esta noche.

Por seguiriyas se quedaron Pedro y Patrocinio a solas; luz tenue, despistada en el cenital pero secundaria para disfrutar del homenaje a Manuel Torres, Cagancho en la versión de Tomás Pavón y Curro Durse en la versión de Manuel Torres. 

Cerrando el recital por bulerías, Pedro se acordó de Camarón y del Paquiro para unirse la banda completa a la fiesta con una composición made in Pedro el Granaíno y bis por bulerías con pataita del Indio y el cante de Miguel Heredia.


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