sábado, 19 de febrero de 2022

EL CONCURSO DE CANTE JONDO DE 1922 Y FRASQUITO YERBABUENA.

 Como antesala de la próxima publicación de la biografía de Frasquito Yerbabuena recogemos un capítulo dedicado al Concurso del Cante Jondo del 22 y la participación de este ilustre granadino.


Y Frasquito Yerbabuena se llevó un premio del Concurso de Cante Jondo de 1922.

Del concurso de Cante Jondo de 1922 se han publicado multitud de escritos que recogen los argumentos y los resultados del mismo. Este evento supone un antes y un después en la historia del flamenco y de los concursos ya que abrió la veda para que se celebraran cientos de ellos, muchos de los cuales hoy día siguen vigentes aunque casi ninguno ha mantenido el prestigio y las intenciones del primero. Sin intención de recoger con amplitud todo lo acaecido en el concurso nos vamos a centrar en los preliminares, en cómo se gestó y en el desarrollo hasta su final tomando como referencia en la medida de lo posible como hilo argumental a Frasquito Yerbabuena. 

Un año antes del concurso, Manuel de Falla, que acostumbraba a hacer visitas a sus amigos en Granada y a dar paseos por el Generalife, visitó a Fernando Vílchez, dueño del Carmen de Alonso Cano. Al gaditano le gustaba hablar de cante jondo con Fernando que era un gran conocedor de lo más puro que decían entonces. Vílchez era miembro de una tertulia de las que también formaban parte Miguel Cerón, Manuel Jofré el Niño de Baza, Francisco Vergara, Hermenegildo Lanz, Fernando de los Ríos, Ramón Carazo y Andrés Segovia en los momentos en que estaba por Granada y podía acudir. Federico García Lorca se incorporaría más tarde, en torno a 1920. Las conversaciones de los miembros de la tertulia serían sin duda de heterodoxa naturaleza, aunque es sabido que uno de los temas más recurrentes era el cante jondo junto a las tradiciones musicales andaluzas y taurinas y nombres de artistas como Silverio Franconetti, Antonio Chacón, José el Granaíno, José Redondo, el Chiclanero, la Serrana, el Mellizo, las Coquineras, Pastora Pavón o Manuel Torres.

Fue Falla uno de los que más insistirían en los orígenes del cante jondo, así como en la clasificación que habría que hacer de los estilos: seguiriyas gitanas, serranas, polos, cañas, soleares, martinetes y carceleras, tonás y livianas y saetas viejas... Una tarde andaban de paseo Miguel Cerón y Manuel de Falla por los jardines del Generalife y volvieron al tema flamenco. Para Falla el cante jondo se encontraba en ese momento en trance de desaparecer y Cerón le sugirió que a lo mejor era el momento de organizar un concurso de cantaores que hiciera perdurar la esencia del pueblo.

-¿Se atreve usted a que hagamos ese concurso?- preguntó. Manuel de Falla se paró, miró atentamente a su compañero y le dijo: -¡Hombre, sí!.

Siempre se ha ensalzado la figura de García Lorca como creador de la iniciativa pero como vemos parece que el origen reside inicialmente en el binomio Cerón-Falla, un dato que apenas se ha reflejado en libros e investigaciones. Es interesante analizar el verdadero papel que tuvo García Lorca, pues en una carta dirigida a Adolfo Salazar escribió: 

Ya sabrás lo del concurso de cante jondo. Es una idea nuestra que me parece admirable por la importancia que tiene dentro del terreno artístico y dentro del popular. ¡Yo estoy entusiasmado!-¿Has firmado el documento? Yo no he querido firmar nada hasta última hora porque mi firma no tiene ninguna importancia... pero me he tenido que casi poner de rodillas delante de Manuelito (Manuel de Falla) para que lo consiguiera, y al fin lo he conseguido. Esto es lo que debía hacer, ¿verdad? […]

¡Si vieras cuánto he trabajado!... Terminé de dar el último repaso a las suites, y ahora pongo los tejadillos de oro al 'Poema del cante jondo' que publicaré coincidiendo con el concurso.

La carta está fechada a principios de enero de 1922. Para Mario Hernández la idea del concurso no partió entonces de Cerón y Falla como afirmó Molina Fajardo, que recogió las palabras directamente de Falla. Pero vamos más allá. Pudiera ser que las dos iniciativas no fueran contradictorias. Las memorias y afirmaciones de Manuel Ángeles Ortiz en enero de 1982 nos sacan de dudas. De acuerdo con sus palabras el grupo inicial que promovió la celebración del Concurso de Canto Primitivo Andaluz proyectó en un primer momento la creación de un café cantante en la Alcaicería granadina como medio de impulsar el resurgimiento y depuración de los estilos que veían en trance de extinción. Ante la imposibilidad práctica del proyecto surgiría luego la idea del concurso debida a Miguel Cerón. De manera que ninguno de los dos, García Lorca y Cerón, tergiversaron lo afirmado pues se referían a dos estadíos distintos del proceso conducente al Concurso del 22. En cualquier caso y tras la conversación de Cerón y Falla, posiblemente además con la colaboración de García Lorca y otros, poco a poco fue gestándose el concurso: las posibles fechas para su realización, el emplazamiento idóneo, la propaganda, el montaje. e incluso la posibilidad de que el Ayuntamiento lo subvencionase. Todo debía salir a la perfección

Para hacerlo más oficial se pensó en el Centro Artístico y Literario. Miguel Cerón redactó la solicitud que se entregaría al Consistorio en la que el Centro Artístico aparecería como organizador oficial. Se hizo el 31 de diciembre de 1921. Los argumentos esgrimidos se basaron en la trascendencia cultural del cante jondo a partir de la comparación del influjo que había ejercido sobre las modernas escuelas musicales francesas y rusas y en su peligro de desaparición. La iniciativa corrió como la pólvora en los mentideros culturales de todo el país. Se adhirieron multitud de artistas, intelectuales, escritores, poetas y personalidades de la cultura y progresivamente comenzaron a organizarse actos previos al concurso. Durante los meses que lo precedieron permanecieron activos muchos focos culturales creados a tenor de la iniciativa flamenca. En la casa de Manuel de Falla se celebraban tertulias al igual que en el Carmen de Alonso Cano. Otro emplazamiento clave de reuniones fue la conocida taberna del Polinario. 

Mientras Falla mostraba a sus amigos sus nuevas investigaciones sobre el posible origen del cante jondo, García Lorca había escrito el texto de la conferencia “Importancia histórica y artística del primitivo canto andaluz llamado cante jondo” que dictó el 19 de febrero de 1922. Organizada por  el Centro Artístico, supuso todo un éxito y se convertiría en el germen creativo que culminaría con los versos del Poema del cante jondo. Tardaría, no obstante, unos años en terminarlo. El fin de fiesta de la conferencia fue improvisado por Manuel Jofré, que cantó tras terminar García Lorca su exposición seguiriyas y soleares. 

Si ya se ha referido la relevancia personal y profesional en esta biografía de Rafael Gálvez Aragón, a la sazón tío lejano de Frasquito, le toca el turno a otro personaje conocido en la ciudad y que tuvo su protagonismo en el concurso. Fue Juan Crespo Gálvez, que junto a Rafael dirigió la academia de cante del concurso.

El ambiente en las semanas previas al concurso.

El Centro Artístico en su afán de buscar la calidad del concurso y dar carácter de esplendor a todos los actos que se celebrarían pidió a las señoras y señoritas que iban a decorar la plaza de San Nicolás que vistieran con traje romántico de los años treinta y cuarenta del siglo XIX, época en que consideraron que estuvo en mayor apogeo el Cante Jondo y se refleja en las obras de Teodoro Gaultier, Próspero Mérimée, Estébanez Calderón, Larra y otros. Debían llevar chaqueta ajustada, falda y manga con volante, peinado con raya en medio, mantilla prendida y chapiné. Las casas aristocráticas y los anticuarios y coleccionistas ofrecieron tapices antiguos, telas, mantas y ornamentos de estilo andaluz. 

Otra de las iniciativas del Centro Artístico fue la de crear una escuela de Cante jondo por la que podrían pasar los que quisieran presentarse para perfeccionar sus conocimientos. Cuando empezó a funcionar esta escuela muchas personas acudieron a inscribirse al Centro Artístico con el objeto de practicar y perfeccionar su cante para ponerse en condiciones de poder tomar parte en el concurso y en el que se distribuirían importantes premios en metálico. Frasquito apareció en numerosas ocasiones por la escuela de cante pero en ninguna de ellas fue a recibir instrucciones de cómo se tenían que hacer. Sus visitas fueron una mera cuestión anecdótica y de socialización y estar con su tío y otros amigos aficionados. 

La dirección de la Escuela estuvo a cargo de los profesores don Rafael Gálvez Aragón, pescaero y uno de los seguiriyeros que mejor conservaba la tradición y don Juan Crespo Gálvez, sombrerero de profesión que dominaba a la perfección el cante por soleares; para las enseñanzas se contó con un excelente gramófono y una rica colección de discos de cante. Los profesores daban oportunas explicaciones y practicaron los cantes para el mayor provecho de sus alumnos. En la secretaría del Centro Artístico se dieron toda clase de informes y detalles a las personas que lo demandaron y se las inscribió gratuitamente para que puedan asistir a las interesantísimas enseñanzas.  

La escuela comenzó a funcionar a partir del 7 de mayo hasta un día antes de la celebración del concurso. La forma en la que eligieron a estos dos artistas fue la siguiente: en los dos meses que precedieron a la celebración del concurso los organizadores se dedicaron a la búsqueda de cantaores no profesionales. La realidad es que quien realmente buscó fue el guitarrista Manuel Jofré. Fue el que fue presentando a diferentes aficionados a los organizadores para que se presentaran al concurso. Ninguno de ellos quiso. En sucesivos días escucharon a distintos personajes, entre ellos a Paquillo el del Gas con fama de gran seguiriyero. Finalmente tampoco se presentó. Una de esas noches de búsqueda oyeron cantar soleares a un viejo sombrerero de 'tula y plancha' y algo sordo llamado Crespo. En esas le preguntaron:

- ¿ En qué se piensa usted cuando canta?- Mujeres... penas... Cuando se me murió mi hijo... que era lo único... que me quedaba en el mundo... mi compadre Gálvez...  yo.

Tras la respuesta se arrancó a cantar por seguiriyas. El propio Falla que formaba parte de la comitiva se quedó pálido, inmóvil, con semblante de piedra, inclinó la cabeza y se santiguó. ¡Ya tenían maestro de cante!


Es preciso hacer un paréntesis y analizar la necesidad y coherencia de una escuela de cante. Si las pretensiones u objetivos fueron que los no aficionados trajeran su cante puro, sin contaminaciones profesionales, -¿Qué sentido tuvo crear esa escuela y enseñar a los aficionados no profesionales?- Podrían desvirtuar esa pureza traída por ellos y de alguna manera profesionalizarla, algo que no contemplaba ese objetivo primordial. 

Las bases del concurso pretendían sentar cátedra sobre cuáles eran los cantes que corrían riesgo de desaparecer, los 'jondos' y cuáles no formaban parte del grupo privilegiado que querían defender. Los promotores tenían claro desde el principio cuáles eran los ejes sobre los que tenía que versar la elección de cantes. Y hubo polémica en este asunto con las saetas en Sevilla hasta que Falla aclaró a un periodista el antagonismo que existían entre las saetas viejas y las nuevas por la ornamentación y la modernidad de estas últimas; Además, las intenciones eran localizar a gente que conociera viejos cantes en toda su pureza. Los jóvenes no conocían el cante grande. Federico y Manuel Ángeles Ortiz se dedicaron a recorrer barrios, tabernas, pueblos y cortijos. Preguntaban por los viejos del lugar que supieran ‘estilarse’. 



A pesar de los esfuerzos hubo una corriente antiflamenca que quiso dañar la imagen del concurso. Hubo además periodistas que atacaron al concurso sin miramientos; En Sevilla se intentó crear una corriente que dilapidara las intenciones aunque finalmente tuvo que rendirse en parte. Parte de las críticas nacieron del periodista Galerín que instigaba a los artistas para que hubiera reticencias en todo lo relacionado a la celebración. 

En Sevilla, en una ocasión se encontraban en el jardín de la Venta Eritaña Ignacio Sánchez Mejías con Amalio Cuenca el guitarrista, Cayetano Muriel 'Niño de Cabra', Manuel Torres, Manuel Centeno y Tomás Pavón. Poco después se incorporó el guitarrista Currito (de la Jeroma). Y el tema de conversación fue el anunciado concurso de Granada:

¿Quién va a cantar entonces?- se preguntaba Centeno, que estaba dispuesto a acudir como espectador.- ¡Los aficionados que cantan bien aceptan contratos, pues hoy se paga el cante!

- ¿Y por qué no admiten a los profesionales?

- ¡Qué se yo! Vea usted el reglamento. 'Los profesionales podrán enviar a sus discípulos'. ¡Los discípulos! ¿Y quién sabe cuáles son sus discípulos? Todos cantamos el cante que más nos agrada o está en armonía con nuestras facultades y no hay maestro ni hay discípulo. El cante que piden no lo saben los jóvenes: serranas, polos, cañas, soleares, martinetes-carceleras, tonás, livianas, saetas viejas. Ahora mismo no hay mas que dos en Sevilla que sepan cantar algo de eso, tal como hay que cantarlo. Dinos quienes son. - Salvaorillo y Centeno […] Eso, se dice aquí en Sevilla que se ha hecho para darle el primer premio a un cantaor granadino que no es profesional y que se llama 'Francisquito Yerbabuena'. ¡Nada más!

No deja de ser curiosa la animadversión del periodista Galerín hacia todo lo que tuviera que ver con la relevancia que se le dio al concurso. Si la noticia anterior recoge las palabras de varios artistas charlando distendidamente del concurso que estaba por venir, se publica en otro diario pero el mismo día (7 de junio) una conversación entre varios artistas entre los que se encuentran Manuel Centeno y Miguel Milena 'Niño de Granada'. En un momento de la misma recoge el periodista atendiendo a la negativa de que participaran artistas profesionales: 

  • ¿Usté cree que hay derecho a esta postergasión de los profesionales?... ¡Ezo es un absurdo muy grande...!Míe usté. To el cante que piden en Graná es solamente pa los intelectuales en el flamenco.¡Y no tos! Vea. Polos, serranas, tonás, livianas, cañas, soleares, saetas, martinetes, etcétera, es lo que piden... De tós los cantaores que somos, que creo que pasan de mil, solamente tres o cuatro pueden cantar ezo: Salvaorillo, Torres, Tomás el de la Niña de los Peines... y pare usted de contar. Los demás no podemos con cantes tan difíciles... y si acá no nos atrevemos, ¿Cómo van a poder hacerlo los discípulos y afisionados?

  • Llevas más razón que un misionero... Pero creo que van a hacer una excepción admitiendo en concurso a un conocido maestro de Granada.

  • Ahí está la cosa... Le quien dar el premio a Paquillo Gálvez, el Yierbagüena, que es un gachó con billetes y con cerca de sincuenta años...

¡Disen que es hijo de Graná!... Pues yo también lo soy y disípulo del mago del cante Antonio el Portugués, ya fallecido... Otra cosa que veo yo con desagrado es que forme parte del jurado el mejor 'cantaor' que hay en el día: Antonio Chacón, de Jerez. 

Cuando llegaron a oídos de los organizadores estas informaciones se movilizaron para pedir colaboración a los artistas y se les invitó a que viniesen como espectadores para ensalzar las virtudes del cante al margen de otros factores paralelos en los que podían o no estar de acuerdo. Se celebraría el concurso los días 13 y 14 de junio de 1922 en la placeta de San Nicolás con las siguientes bases:

1ª Se considerará cante jondo para los efectos de este concurso el grupo de canciones andaluzas cuyo tipo genérico creemos reconocer en la llamada siguiriya gitana, de la que proceden otras canciones aún conservadas por el pueblo y que, como los polos, martinetes y soleares, guardan altísimas cualidades que las hacen distinguir dentro del grupo formado por los cantos que el vulgo llama flamencos. Esta última denominación solo debiera en rigor aplicarse al grupo moderno que integran las coplas llamadas malagueñas, granadinas, rondeñas (tronco éstas de las dos primeras), sevillanas, peteneras etc. las cuales no pueden considerarse más que como consecuencia de las antes citadas y quedan por lo tanto excluidas del programa a que ha de ajustarse nuestro concurso.


A nadie causa extrañeza que una ciudad quiera que sus artistas locales ganen el concurso. Si se hubiera celebrado en cualquier otra localidad flamenca las apuestas habrían apuntado a artistas locales. ¿Acaso no es lícito? Es evidente y previsible que Granada y sus ciudadanos apostaran por el cantaor local y no profesional Frasquito Yerbabuena. Cumplía los requisitos y además cantaba de bien para arriba. La campaña orquestada por Galerín desde su tribuna apuntaba a que si se hacían apuestas previas incluyendo el nombre de Frasquito se podría inclinar la balanza en sentido opuesto para que no pareciera que el concurso estaba cuanto menos, amañado. Sin embargo, los dos principales premios no recayeron en artistas locales lo que dejó a Galerín sin argumentos. 

A priori choca la idea de llamar canciones andaluzas a los cantes que ellos mismos denominaron cante jondo. Podrían participar todos los cantaores de ambos sexos con exclusión de los profesionales que fuesen mayores de 21 años (a los menores de edad se les permitiría asistir). Los que sí fuesen profesionales podrían enviar a sus discípulos y en la posible adjudicación de los premios que obtuviesen se insertaría el nombre del maestro. Curiosamente a los guitarristas sí se les permitía ser profesionales. 

  Sobre la fase clasificatoria que comenzó el 10 de junio a las 10 de la mañana hay dos teorías; una que sostiene que se hizo en el patio de la casa de Ángel Barrios, otra que fue en el teatrillo del hotel Alhambra Palace: Yo formaba parte del jurado del concurso (Andrés Segovia). Celebramos la prueba preliminar de los concursantes en el pequeño teatro del Hotel Alhambra Palace […].

Por otro lado, Ramón Gómez de la Serna afirmó que la fase preliminar se había hecho en la Casa de Castril sede del Museo Arqueológico sita en la Carrera del Darro. Edgar Neville también relató que se hicieron en este lugar. Se presentaron al concurso 177 participantes. ¡Ardua tarea la de clasificar en tan poco tiempo a tanto cantaor! Por lo que deducimos que dado el número de participantes pudo haber varias sedes para las preliminares porque si no no se explica evaluar a tal cantidad de artistas en tiempo tan escaso. 

En las pruebas debían cantar de la primera sección una seguiriya simple (sin el cambio). Para los de segunda y tercera sección alguno de los cantes que pertenezcan a las mismas. Para los guitarristas la preliminar consiste en acompañar a los cantaores y se evaluarían esos mismos toques.



La canción popular. 1 de septiembre de 1922.



El concurso. 13 y 14 de junio de 1922.

La realización del concurso estaba prevista que fuese en la Plaza de San Nicolás tal y como lo anunciaban varios de los carteles impresos semanas antes. Sin embargo, el viernes 8 de junio decidieron cambiar el lugar por las dificultades del terreno y el exceso de personas y carruajes. Se decidió cambiarlo a la Plaza de los Aljibes de la Alhambra. Para comprobar las condiciones acústicas la comisión en la noche del martes anterior estuvo en la plaza de los Aljibes con el guitarrista Cuéllar y la cantaora 'La Gazpacha' que probaron las condiciones y quedaron convencidos por lo que se aprobó finalmente. 

Todo estaba previsto y el primero en subir al escenario fue Antonio Ortega Molina, director del Centro Artístico para presentar a Ramón Gómez de la Serna quien tuvo que pronunciar un breve discurso de inauguración. En el jurado estaban Antonio Ortega Molina, Antonio Chacón, Andrés Segovia, José López Ruíz (secretario), Ramón Montoya, Manuel Jofré, Gregorio Abril, Joaquín Cuadros, Amalio Cuenca y Rafael Gálvez. La Niña de los Peines no estuvo a pesar de que es algo que siempre se ha dicho.

Los grupos o secciones en que estaban divididos los cantes fueron los siguientes:

Primera.- Siguirillas gitanas.

Segunda.- Serranas, polos, cañas, soleares.

Tercera.- Cantos sin acompañamiento de guitarra: Martinetes- carceleras, tonás, livianas, saetas viejas.

Los premios se organizaron de la siguiente manera: 

Para la sección primera: 

Premio de honor: 1.000 pesetas del Excmo Ayuntamiento de Granada y 1.000 pesetas del premio extraordinario Ignacio Zuloaga. Total: 2.000 pesetas.

Primer premio: 750 pesetas.

Segundo premio: 500 pesetas.

Tercer premio: 250 pesetas.

Para las secciones segunda y tercera:

Dos primeros premios de 1.000 pesetas cada uno.

Dos segundos premios de 500 pesetas cada uno.

Dos terceros premios de 250 pesetas cada uno.

Para los guitarristas:

Premio extraordinario José Rodríguez Acosta: 1.000 pesetas.

Segundo premio: 500 pesetas.

Los concursantes pudieron presentarse a una o varias de las secciones pero no podrían obtener más que un premio en metálico. Si alguno de los concursantes mereciese varios premios se le entregaría el de mayor cuantía y en los demás solo se le otorgaría la calificación honorífica del premio correspondiente. El importe de los premios no percibidos, en caso de que se dieran varios al mismo cantaor se destinaría a ampliar otros premios si el jurado lo consideraba oportuno. 

Según señala N. de la Fuente en el Defensor de Granada el orden de las actuaciones del 13 de junio fue el siguiente: Juan Soler de Linares acompañado por el tocaor José Cortés, por seguidillas estupendas; El niño Manuel Ortega, sobrino de Los Gallos e hijo de su mozo de estoques 'Caracol' sobresaliendo en saetas, acompañado por el tocaor Manuel Noguera 'Niño de Huelva' (también cantó por seguiriyas); Carmen Salinas, alumna del Cartero acompañada en sus seguidillas y soleares por Montoya; el 'Yerbabuena' acompañado en sus soleares por el 'Niño de Cuéllar' cantó esta copla:

Yo no vivo ya en la calle

donde usted me conoció

que vivo en la plazoleta

del desengaño mayor


El célebre Tenazas de Puente Genil (así lo llamó el periodista) cantó seguiriyas con tendencias a carceleras con la guitarra de Montoya; 'La Macarrona' con la guitarra de Montoya por alegrías y tangos; Manuel Torres 'el niño de Jerez', Manuel Ortega (padre), Conchita Moya, Conchita Sierra, 'La Gazpacha', Chacón, a petición del público y el delirio y por fin el cuadro de gitanas granadinas bailó zambras gitanas, el baile de bodas 'La Cachucha' para concluir la primera parte de la noche.

Comenzó la segunda parte con más público que en la primera. Empezaron los alumnos de la escuela de cante de Granada cantando seguiriyas y saetas. La Goya le siguió interpretando tarantas, seguiriyas y saetas. Acto seguido cantó la maestra de los alumnos 'La ciega granadina' de la calle de la Cruz que comenzó con seguiriyas y acabó con carceleras y después con el polo. A continuación María Amaya 'La Gazpacha' con la guitarra de José Cuéllar. Tras éstos, se subió al escenario Manuel Torres 'el niño de Jerez' para cantar cañas y polos y dos letras por granaínas que supusieron lapoteosis como acertó a gritar desconcertaba Juana Vargas La Macarrona. 



El fin de fiesta de esta noche se hizo por zambra a la que se unió María 'La Gazpacha'. Nada sabemos de cómo se encontró Frasquito esa noche y si sentía en su cabeza posibilidades de ganar el concurso. Lo que sí sabemos es que tenía opciones y todo estaba a su favor. Aunque como veremos la sorpresa de Diego el Tenazas en el concurso fue un varapalo. 

La segunda noche arrancó con Alejandro Espinosa junto a Manolo de Huelva por soleares y saetas; Le siguió La Goya junto al guitarrista Cuéllar por seguiriyas, saetas y martinetes. Volvió al escenario Antonia Muñoz 'La ciega de la calle de la Cruz' con la guitarra de José Cortés por seguiriyas, carceleras y polo. Juan Soler con Cortés a la guitarra por tirana, soleares y seguiriyas. Una joven niña llamada Mariquilla, no anunciada ni prevista, se subió al escenario para demostrar que sabía cantar por malagueñas y así lo hizo. Apenas estuvo con Rafael Gálvez y Juan el Crespo dos semanas en la academia de cante y ya se atrevió a entonar.

Le siguió El Tenazas que como sabemos no estuvo bien. La noche anterior hubo juerga y lo emborracharon hasta el día siguiente. La voz no era la misma; no sonaba a él. No recordaba las letras. Estaba desorientado. De resaca más bien. Empezó a entonar una serrana cuyo comienzo 'La enterraron' repitió una y otra vez, pues no solo hay que repetirlo en varios fraseos para cumplir con el orden del cante sino que se le olvidó la letra y estuvo segundos interminables repitiendo el mismo verso hasta que retomó la copla y pudo terminarla. Tras este desafortunado comienzo cantó por caña y remató con la cabal de Silverio.

Montoya con varios toques en solitario dio la vez al cuadro de gitanas que interpretaron las danzas típicas del Sacromonte: La Boda, La Cachucha y el tanguillo del Albaicín. Y así terminó la primera parte de la segunda noche. En el descanso pertinente el cielo se estresó y cayó un aguacero de armas tomar. Una tormenta descargó en poco tiempo decenas de litros y los asistentes tuvieron que resguardarse en segundos como pudieron; debajo de los árboles, tapándose con las sillas...



Se reanudó la noche con el cante del Niño Caracol que hizo seguiriyas y saetas. Le siguieron 'La Gazpacha' y Carmen Salinas por soleares y seguiriyas; Manuel Torres y Manuel Pavón subieron al escenario e hicieron soleares y seguiriyas con Manolo de Huelva; Terminó 'La Macarrona' por zambra. Todos esperaron el fallo del jurado sabiendo que Diego Bermúdez 'El Tenazas' era el candidato firme a ser ganador. En las deliberaciones parece ser que hubo acuerdo tácito entre los diferentes miembros del jurado a la hora de repartir los premios y de dejar desierto el premio de honor. El acta y el orden de premios quedaría de la siguiente manera:

En la ciudad de Granada a quince de junio de mil novecientos veintidós, terminado el concurso de Cante Jondo, se reunieron los señores abajo firmantes, don Antonio Chacón, don Antonio Ortega Molina, don Joaquín Cuadros, don Manuel Jofré, don Ramón Montoya, don Andrés Segovia, don Gregorio Abril, don Amalio Cuenca, don Rafael Gálvez y el que suscribe la presente acta que forman el jurado de dicho concurso, analizando los méritos de los concursantes y procediéndose a la adjudicación de premios que dio el siguiente resultado:

SECCIÓN PRIMERA

Premio de honor: 

El jurado estima conveniente declarar desierto este premio y establecer en su lugar dos primeros premios extraordinarios de mil pesetas; uno de Ignacio Zuloaga y otro del Excmo Ayuntamiento, que son adjudicados el primero a don Diego Bermúdez Calas, natural de Morón, de 68 años de edad y el segundo al niño Manuel Ortega, de 11 años de edad y natural de Sevilla.

Primer premio: 

Se declara desierto.

Segundo premio:

Se adjudica a la señorita Carmen Salinas de 16 años de edad y natural de Granada.

Tercer premio: se declara desierto.

SECCIÓN SEGUNDA

Primer premio:

Se adjudica a don Diego Bermúdez Calas, antes citado.

Segundo premio: Se adjudica a don Francisco Gálvez, de 36 años de edad y natural de Granada y se establece otro extraordinario de la misma cuantía que se adjudica a don Juan Soler, de 34 años de edad y natural de Linares.

SECCIÓN TERCERA

Esta sección se declara por completo desierta.

GUITARRISTAS

Premio extraordinario de don José Rodríguez Acosta: 

Se declara desierto.

Segundo premio: Se adjudica a don José Cuéllar, natural de Granada, de 21 años de edad. Para esta sección se establece otro tercer premio extraordinario de 250 pesetas, que se adjudica a don José Cortés, natural de Sevilla, de 33 años de edad.

Se acuerda conceder un premio extraordinario de 1.000 pesetas a la Academia de Cante Jondo de Granada cuyos individuos han cantado fuera de concurso y que se distribuyan a los mismos en la siguiente proporción:

Dña Antonia Zúñiga, natural de Granada, de 60 años de edad, 300 pesetas.

La niña Concha Goya, natural de Granada, de 12 años de edad, 175 pesetas.

La niña María Sierra, natural de Granada, de 12 años de edad, 175 pesetas.

La Srta Victoria Cano, de 15 años de edad, natural de Granada, 175 pesetas.

El niño Alejandro Espinosa, de 15 años de edad, natural de Granada, 175 pesetas. 

Se acuerda entregar en el acto a los interesados el importe de sus premios que es el siguiente:

Don Diego Bermúdez Calas, primer premio extraordinario Ignacio Zuloaga, 1.000 pesetas

Don Manuel Ortega, primer premio extraordinario del Excmo Ayuntamiento, 1.000 pesetas.

Srta Carmen Salinas, segundo premio de la sección primera, 500 pesetas.

Don Francisco Gálvez, tercer premio de la segunda sección, 500 pesetas. 

Don Juan Soler, segundo premio extraordinario de la segunda sección, 500 pesetas.

Don José Cuéllar, segundo premio de la sección de guitarristas, 500 pesetas.

Don José Cortés, tercer premio extraordinario de la sección de guitarristas, 250 pesetas.

Y no habiendo más asuntos de que tratar, se levanta la sesión de que yo secretario certifico. 

(José López Ruiz)

Como vemos, incluso El Noticiero Granadino de donde extraemos esta información se equivoca en la adjudicación de premios; en la sección segunda le adjudican el segundo premio y al final del acta también le dan el tercero (la negrita es nuestra)

En todos los concursos desde que existen siempre acecha la duda de que los premios estén dados de antemano. En otros directamente están concedidos con anterioridad a su celebración como es el caso de la III Llave de Oro del Cante. El concurso del 22 tampoco quedó exento de esta posibilidad. Galerín ya sembró la duda incluso antes de que se celebrase, no sabemos si para conseguir así cambiar el rumbo del concurso o no pero cuando afirmó que se hacía para otorgar el premio a Frasquito Yerbabuena pudo haber buscado habladurías y que si fuese esto cierto se cambiase para no quedar en evidencia. Conociendo el talante de Frasquito es más que dudoso que se prestara a eso. Lo cierto y previsible es que los propios granadinos quisieran que ganase el cantaor local como pasaría en cualquier ciudad o pueblo. Pero que sea el deseo de la ciudad no es óbice para pensar que el concurso en sí se llevase a cabo con el único fin de otorgarle el premio a Frasquito. 

También quedó la duda de si el niño Caracol mereció el premio o fue un trato de favor de Antonio Chacón al padre del niño; Al parecer Chacón estuvo unos días antes del concurso en Sevilla para hacer unas contrataciones de artistas que deberían ir y se citó con Caracol padre. Tras unas conversaciones entre el jerezano y Caracol padre sobre el estado de la cuestión, el niño Caracol se puso en marcha.

[…] le dije a don Antonio que sabía cantar por soleares, por seguiriyas y por saetas. Me escuchó. Cuando vino mi padre, al que había encargado Chacón que buscara un muchacho, le dijo que abandonara el encargo porque ya tenía uno.

-¿Quién?- le preguntó mi padre. 

-Tu hijo. Respondió el maestro.

De cualquiera de las maneras y sin afirmar con rotundidad ninguna de las posibilidades la cuestión es que Frasquito Yerbabuena tuvo un antes y un después en su vida a raíz del concurso. Si ya era conocido en su ciudad ahora lo era en todos los ámbitos del flamenco.

Dado que las actas originales no han aparecido ni se tiene constancia de que puedan estar en algún archivo privado o público tenemos que quedarnos con la información que nos da la prensa. Sin embargo, el hecho de los que los redactores no supiesen de flamenco hizo que se publicasen diferentes versiones de los premios como observamos en este recorte de prensa del Defensor de Granada que contradice en gran medida algunos de los premios que hemos expuesto sacadas del Noticiero Granadino y contrastadas con El Liberal sevillano donde escribía Galerín. Existe otra controversia sobre si María Amaya 'La Gazpacha' participó en el concurso o solo actuó como lo hicieran Antonio Chacón o Manuel Torres. Revisada la prensa de Granada y otras ciudades no aparece ningún dato en el que así se afirme ni ningún premio obtenido por ella por lo que es evidente que no participó en calidad de concursante y sí de artista invitada. La realidad es que 'Las Gazpachas' actuaron contratadas por la organización. 

Recién conocidos los premios y para despedir al pintor Ignacio Zuloaga, el Centro Artístico organizó una fiesta íntima en el Carmen de las Azucenas. En el huerto se congregaron numerosos artistas, incluso extranjeros que vinieron a Granada con motivo de la fiesta del Cante Jondo y varios socios de la entidad. Entre los invitados estaban Manuel Jofré y Amalio Cuenca además de Frasquito Yerbabuena que cantó por granaínas. 



Otra de las sorpresas del concurso la encontramos en que Frasquito Yerbabuena no fue a recoger su premio ni el diploma. Al parecer, un motivo de superstición fue el causante; se cruzó con un gato negro en el momento menos oportuno. El diploma, como podemos observar, está firmado por D. Antonio Chacón, presidente del jurado y por el secretario del mismo y del Centro Artístico, don José López Ruiz. Décadas después el diploma lo conservaba aún el hijo del secretario en su archivo particular. 

Queremos cerrar este capítulo con algunos datos nuevos que aporta Galerín. Puede parecer repetido recoger los apuntes que en prensa recogió el periodista sevillano pero sin duda vienen a complementar algunos cantes y detalles que no recoge Narciso de la Fuente y creemos fundamental para terminar de completar lo que aconteció las noches del concurso. Note el lector que en su mayoría hay coincidencias; es obvio, narraron con cierta objetividad el concurso pero aún así las aportaciones personales bajo el criterio de su entendimiento nos parecen imprescindibles para conocer el alcance real de cómo se cantó. Apuntadas las inexactitudes de Galerín y de otros periodistas, recogemos íntegra la crítica que se publicó en El Defensor de Granada el 21 de junio de 1922 bajo la firma de Galerín para El Liberal de Sevilla. 



Empieza el Concurso.

Ramón Gómez de la Serna explicó en breves palabras lo que significaba el acto y el público, que como nosotros, no cree en la seriedad de estas cosas tan jondas, no prestó la debida atención al insigne escritor. No estaba el público preparado para aquello, y conste que el señor Gómez de la Serna dijo cosas maravillosas. Y a cantar se ha dicho. Eso era lo que esperaba el público. A eso había ido. No quería saber nada de la historia del cante. Quería oír cantar. Y subió al tablado el cantaor José Cortés, acompañado del tocaor Juan Soler. 

Se hizo en la plaza un silencio imponente. ¡Cuatro mil personas calladas, de ellas dos mil mujeres!... ¿Cabe mayor éxito? El hombre de la guitarra metió en tono al cantaor, quien con bonita voz, clara y limpia, sin gorgoritos ni tonterías, cantó así:

Tú que andas por el mundo,

peregrino, sí la encuentras,

dile que yo la camelo,

pero que no quiero verla.

Un murmullo de aprobación fue el comentario. El público arrimó hacia el tablado las sillas. Se disponía a gozar escuchando algo que jamás habían escuchado. Y el de Linares siguió su cante así:

Con la Virgen del Carmen

estoy enojao;

que le he pedío una cosa mu grande

no me la otorgao


La ovación fue de las grandes y el público comentaba favorablemente el principio de la fiesta.

«Caracol», de Sevilla

Sube al tablado un chico de once años, hijo del que fue mozo de espadas, Caracol. Lo acompaña uno de los mejores tocaores de guitarra de España, el Niño de Huelva. Caracolito, optaba al premio de siguiriyas y cuando el guitarrista se hizo ovacionar en unas preciosas falsetas, se arrancó el chaval, muy flamenco, muy cañí, pero no pudiendo con cosa tan grande, con esta copla:

Corre y dije a mi mare

que no llore más,

sino que vaya a la Audiencia de Cai

por mi libertá

Se aplaudió mucho al chico; pero como el nene iba preparado, se adelantó al tablado y se arrancó con dos saetas (modernas), formidables, que arrancaron una tempestad de aplausos. No era aquello lo que se pedía, pero se ha premiado y bien. ¡Si se hubieran dado premios a las saetas, no sé qué hubieran dejado para Centeno y para la hermana de Finito. A continuación, Carmelita Salinas. Una niña monísima, cantó siguiriyas y soleares, acompañada a la guitarra por Montoya. Y otra ovación y más repeticiones. Son las doce de la noche y el público no demuestra la menor impaciencia. Sigue entrando público y llegan de los hoteles Palace, Washington y otros muchos extranjeros, vistiendo gabardina y sombrero ancho; las señoras lucen sombreros raros y mantones de Manila. ¡Graciosísimo! No hemos visto todavía a nadie con capa.

«Yerbagüena»

Este cantaor es granadino. Tiene la voz potente, pero no bonita. Canta bien y con estilo. Lo acompaña Montoya, que ya no tiene sitio para colocar las ovaciones. Paco Gálvez, el Yerbagüena (con g), se arranca el hombre


Qué tienes que está tan triste

metía en este rincón, 

siendo tú la más bonita

que quiere mi corazón.

Respetamos al copiar las coplas las faltas gramaticales, para que resulte como ellos cantan. Se observa en estas coplas que no son lo cañí de las que cantan los profesionales. Yerbagüeña no agradó en la copla anterior, y sin embargo en esta que copiamos ahora arrancó una ovación formidable:

Yo no vivo ya en la calle

donde usté me conoció,

que vivo en la plazoleta

del desengaño mayó..

Las soleares son el fuerte del amigo Yerbagüena. Las soleares y las sopas del puchero, como nos decía un simpático granadino.


El viejo que llegó andando

Sube al tablado un viejecito, encorvado, con el pelo como la estopa, andando muy despacio. Tiene setenta años. Fue profesional hace treinta años y no ha podido resistir la tentación de asistir al concurso. Y andando ha llegado desde Puente Genil. Se llama Diego Bermúdez, y es conocido por El Tenazas.

— ¿Cómo dijo que se llamaba?—preguntamos al Niño de Jerez.

— El Estanaza- Es un conocío. Ríase usté de lo de vení andando. Tendría que salí el año pasao...

Mariano Morcillo, un granadino que ha trabajado mucho por el éxito del concurso, presenta al viejo, y el anciano se sienta al lado de Montoya. La guitarra suena ahora a otra cosa. Unos bordonazos secos, un rasgueo fuerte sin falsetas. Está en un tono muy bajo. El anciano Tenazas hace la salida con voz clarísima, fresca; voz de muchacho, y al terminar es ovacionado. Va a cantar la caña y el polo, una cosa muy sería, que termina con soleares o con siguiriyas.. — Esa es la canela del cante— dice la Macarrona ¡Duro ahí, Estanazas!

Y el viejo andarín se arranca con estas coplas, cada una en un tono, como corresponde al cante de la canela (?).

En el queré no hay venganza

y tú te has vengao de mí. -

Castigo tarde o temprano,

del cielo te ha de vení…

La ovación fue clamorosa. Los profesionales alentaban al Tenazas que siguió:

Aunque te vea en las andas

no te he de da yo limosna, 

que tus malítas partías 

a mi nunca se me borran.

(Las andas le dicen en Puente Genil a las parihuelas donde son conducidos los que mueren. En otros sitios le dicen palenque).

Ya más ligera la guitarra, el viejo, de quien dice el maestro Falla es un arsenal de cante de verdad, dijo así:


Mundito engañoso,

las güertas que da,

que pasito que yo doy p‘alante

se me van p'atrás…

Estos versos, adobados con jipíos, con duendes (cante sin letra) y otras cosas típicas. Terminó Tenazas la primera parte de su examen con esta copla: 

Como sé que contigo 

no me he de lográ, 

por eso mis penas nunca van a menos, 

siempre van a más. 

Quedó consagrado Tenazas como el padre del cante jondo. Fue felicitadísimo.


«La Macarrona”

Terminó la primera parte del concurso con las alegrías y el tango bailado por la Macarrona. Tocaban la guitarra Montoya, el Niño de Huelva y Cuéllar. ¡Sonaba aquello más bien! Cantaba las alegrías Manuel Ortega Caracol, y hacían palmas diez o doce gitanas del Sacro Monte.

La presentación del cuadro, soberbia. La Macarrona triunfó como cuando tenía dieciséis años. ¡Ayer, Juana!


Un descanso. Segunda parte

Hubo un descanso de media hora. El público se dedicó a comentar el espectáculo, conviniendo en que no era un concurso, sino una fiesta andaluza, admirablemente organizada. Durante el descanso se bebió de lo lindo, pues la Comisión había cuidado de que a los artistas no les faltara lo más indispensable para ponerlos a tono. 

La iluminación del patio de los aljibes lucía ahora esplendorosa. El cuadro era tan bello como las mujeres que a cada paso se admiraban.

Empezó la segunda parte del espectáculo cantando algunas coplas las alumnas de la escuela (?) del cante jondo, recién inaugurada. Y no estuvieron mal. Sobresalió Conchita Sierra.

«La Gazpacha»

Con este poético nombre es conocida en Granada la joven María Amaya. Subió el sábado acompañada del tocaor Manuel Cuéllar (un artista inmenso), y cantó bulerías y tarantas de modo admirable. No debe llamarse La Gazpacha una mujer que con voz de ángel canta


Quisiera ser como el aire,

pa estar a la vera tuya

sin que lo notara nadie.


Tú se lo cuenta a mi mare,

Y si te dice que no

mi palabra es la que vale.


En el estribillo, con mucha gracia, con gran estilo, interrumpida a cada paso por los aplausos, cantó:

No quiero querer a nadie,

porque es muy malo queré.

Yo quiero viví sólita,

sólita con undebé.

La Gazpacha triunfó en toda la línea. ¡Y que no te digan ese nombre, mujer!

«El Niño de Jerez»

Expectación. Silencio sepulcral. Ha subido al tablado el rey de lo cañí. ¡Qué barbaridad; verá usted ahora! ¡Josú; Osú!...El Niño de Huelva hace llorar a la guitarra. Segovia, en el palco, elogia al artista. El de Jerez, con su voz cascada, hace la salida. Se oye el vuelo de un mosquito. Hace reír al público un cuco, que no cesa en su monótono ¡cu, cu...! 

El Niño se arranca con esta siguiriya clásica:

Vamos a jincarnos de roilla

que ya viene Dios;

va a recibirlo la pobrecita de mi mare,

de mi corazón.

Esto, adobado con mil queos, duendes y diablos coronados. La ovación fue imponente. Y así en todas las coplas. Lo felicitó el jurado, lloraban los flamencos, lo abrazaban las gitanas. ¡Qué hombre!


Chacón, el emperador

En vista de las insistentes aclamaciones del público, subió al tablado, abandonando la presidencia del jurado el emperador del cante, Antonio Chacón. Cuando las palmas cesaron, don Antonio dirigió la palabra al público, diciendo que sólo cantaría unos polos, para complacer a Granada. Se le aplaudieron los polos, las cañas; hubo el delirio cuando cantó su célebre copla

Tú llevas una cruz al cuello

engarzá en oro y marfil…


Y la apoteosis, la coronación del emperador fue al terminar la siguiente granadina:

Quiero vivir en Granada

porque me gusta el oír

la campana de la Vela

cuando me voy a dormir.

Ante la clamorosa ovación, cantó de nuevo esta otra:

Viva Graná, que es mi tierra,

viva el puente del Genil

la Virgen de las Angustias

la Alhambra y el Albaicín.

— ¡Lapoleosis!—gritaba La Macarrona.

Los granadinos, locos de entusiasmo, felicitaban al mejor cantaor del mundo. Fue lo mejor de la noche.

Zambra gitana

De nuevo se iluminó el tablado y suben unas veinte gitanas del Sacro Monte vestidas admirablemente con unos trajes dirigidos por el insigne Zuloaga. Acompañadas por varias guitarras, bailan de modo irreprochable lo más castizo. La música es triste. Recuerda a esas canciones húngaras. En algunos momentos se oyen compases del cuplé Canta vagabundo. Los gritos de las gitanas jaleando a la bailaora suenan a algo raro. El público está en silencio. Son las dos de la noche y no se ha movido un alma. Dentro de la zambra, bailan las gitanas en grupos de cuatro, por parejas, hasta quedar una sola, la reina de la zambra...

Después bailó la señorita Gazpacha un clásico baile, siendo felicitadísima. Y terminó con esto la fiesta, de la que nos decía un granadino: “Dudo que en Graná se haya hecho na igual, ni se volverá a ver en una pila de años...”

La segunda noche

El mismo entusiasmo o más si cabe. Se cambió el programa de orden nada más. No cantaron tan bien los artistas y los aplaudió menos el público. Ni el viejo ni el joven. Ninguno hizo nada.

Una tormenta de agua desanimó la plaza de los Aljibes. Sin embargo, centenares de personas, colocándose las sillas en la cabeza, aguantaron el chaparrón y siguió el concurso, que terminó a las doce. Con ligeras variantes cantaron todos los mismos estilos y las mismas letras de la noche anterior. Esa letra de

Siempre por los rincones

te encuentro llorando


La han aprendido en viernes. No salen de los rincones, quizá temiendo a la Guardia civil.

Los premios.

Reunido el Jurado, se acordó declarar desierto el premio de honor y concederlos por este orden. 

Premio Zuloaga, 1.000 pesetas. Al cantaor Diego Bermúdez, de Morón. Este es el amigo Tenazas, que fue a Granada andando desde Puente Genil.

Otro premio de mil pesetas, al niño Francisco Ortega, Caracol, de Sevilla. ¿Por las saetas quizás? Pues en Granada estaba Centeno, en Sevilla Encarnita, y en Barcelona, La Niña de los Peines.

Quinientas pesetas, a la niña Carmen Salinas, de Granada.

Quinientas pesetas a Curro Yerbagüeña, de Granada, y José Soler de Linares. . .

Trescientas pesetas a la señorita Gazpacha.

Premios de ciento veinticinco pesetas, a las niñas Concha Sierra y a La Goyita, de Granada.

Se declararon desiertos otros premios.

Los premios de guitarra se han concedido; el de quinientas pesetas a José Cuéllar, y al Niño de Huelva doscientas cincuenta.


La Macarrona, El Niño de Jerez, Caracol y otros artistas eminentes han cobrado su contrato. Y terminó el concurso que tantas discusiones ha promovido en Granada. Como festejo nuevo, ha resultado estupendo. Como cosa artística, nulo. Esos cantaores cantan a diario en todas partes. El triunfo rotundo ha sido para los guitarristas y para la Comisión organizadora, que ha recaudado más de seis mil duros.

Y hasta otro día que será más breve.

Tras la resaca del concurso el Centro Artístico celebró una verbena en las fiestas de San Juan. Se llevó a cabo en el Palacio de Carlos V. Más de dos mil personas acudieron al evento; mayoría de señoras y señoritas luciendo clásicos atavíos andaluces y pañolón de Manila. El programa comenzó con cante jondo por dos lindas muchachas de las que fueron premiadas en el concurso días atrás acompañadas a la guitarra por Manuel Jofré. A continuación apareció en el escenario 'La Argentina', llamada por entonces reina de los bailes españoles y acompañada por Pepe Cuéllar. A medianoche apareció 'La Gazpacha' que cantó. Desde la otra parte del escenario apareció Frasquito Yerbabuena que fue socio del Centro Artístico y entre ambos consiguieron que el público les ovacionase sin cesar. Después vino el baile de verbena que duró hasta las cuatro de la madrugada













1 comentario:

  1. Preciosa y pormenorizada narración de lo que aconteció los días 13 y 14 de Junio de hace hoy 100 años , en el patio de los Aljibes de la Alhambra, y de su gestación previa.
    Has sido capaz de que arrimemos nuestra silla a ese tablao improvisado en el patio de los Aljibes, que nos hayamos puesto la misma encima de la cabeza para protegernos de la lluvia y a los que amamos el flamenco imaginarnos en esos tercios el aderezo en forma de jipíos, melismas y ese cante sin letra de los cantaores.
    Un viaje en el túnel del tiempo hacia 100 años atrás, que marcó el punto de inflexión hacia la dignificación del flamenco.
    Enhorabuena por este trabajo de acercarnos a ese espacio y tiempo.
    Juan Junquera

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