'Al trasluz' es una obra
que juega de principio a fin con el efecto luminotécnico desde que
aparece en escena Lucía Guarnido bailando una guajira. Durante la
mayor parte del espectáculo la luz juega un papel principal en todo
cuando alumbra. Desde los cenitales que dan intensidad a los cantes
en solitario hasta la brillantez que se refleja en su bata de cola
cuando baila granainas y termina con minera.
No cabe duda que existe
una intención en ese uso. Sin embargo, abusar de lo oscuro puede no
ser bueno si lo que se quiere mostrar es un buen baile como el de
Lucía. Porque, aún al trasluz, la madurez artística rebosa en
ella. El enriquecimiento escénico es bueno cuando acompaña al
artista principal pero no debemos de olvidar que la transmisión
depende del artista, no de los efectos paralelos. Aún así, si ese
es el argumento colateral de esta nueva obra de la bailaora granaina,
bienvenido sea.
Granada cuenta con
artistas de primer nivel, en todas sus disciplinas. Será por eso,
que algunos de ellos son los 'elegidos' por la mayoría para componer
el cuadro musical que acompaña a l@s bailaor@s. Salvo excepciones,
vemos que cuatro-cinco artistas se reparten el atrás de la mayoría
de los espectáculos flamencos que solemos ver en Granada. Sergio 'El
Colorao' y Alfredo Tejada en el cante, Luís Mariano, el
'omnipresnete Luís Mariano', y la percusión de El Moreno son bazas
ganadoras en cualquier ring flamenco. Y Lucía lo sabe.
Así, comenzó con
guajira, dulce como la melaza y roneante en su figura. Granainas con
bata de cola blanca que dieron paso a la Elegía a Ramón Sijé de
Miguel Hernández y a la minera
De la misma guisa se
presentó por tangos, con recorrido desde Málaga hasta Triana
parando en el Albaicín. Fue un punto de inflexión en el argumento
de la velada. Contoneos continuos de cadera, dibujos corporales
sinuosos y bellos de estampa. Recordó a las viejas gitanas trianeras
en sus casas de vecinos con aquellos delantales que nunca quitaban de
sus cinturas.
Fue generosa en el
escenario pues acompañó la magistral interpretación de Ester
Crisol tomando prestada las letras de 'La llorona' de Chavela Vargas.
Finalizó por soleá que derivó a romances y bulerías de remate
final.
Entre transiciones, Luís
Mariano guió musicalmente al elenco junto a las voces de Tejada y El
Colorao y la percusión del Moreno, que apostaron por cantes de
trilla, alegrías y cantiñas y pregones (de los caramelos para
Alfredo y del uvero para Sergio).
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