En los tiempos que corren
hay que saber adaptarse a los cambios, a las nuevas tendencias, a los
nuevos gustos del público. Si no, está uno acabado. O al menos, no
está en la 'onda'.
En el flamenco pasa esto,
sí, pero existe un sector ciertamente crítico que parece no
entender que evolucione al son de los tiempos. Y es que un sector de
las nuevas generaciones de cantaores, conocedores de los entresijos
del cante, están haciendo lo que hace cuarenta años ya hicieran
Camarón de la Isla, Enrique Morente o Lebrijano: innovar y aportar
nuevos diseños musicales al flamenco. Llegará un tiempo en que
estos se conviertan en clásicos, como aquellos, por qué no.
En Granada uno de los
eslabones entre el clasicismo cantaor de su familia y los nuevos
gustos estético-musicales es Sergio Gómez 'El Colorao'. Hijo de
Antonio, la apuesta que presentó en Isabel la Católica no se sale
de la ortodoxia en líneas generales. Otrora, es que además apueste
por composiciones que dentro del ámbito flamenco, tienen los
añadidos musicales de instrumentos que para el flamenco no
existieron hace décadas, salvo el saxofón del Negro Aquilino, allá
en los años '30 del siglo pasado y poco más.
En el teatro Isabel la
Católica, 'El Colorao' presentó su trabajo discográfico 'Como mi
sangre'. Un título sugerente que en pocas palabras traduce sus
vivencias expresadas a través de su garganta.
Lo que presentó, aparte
de un disco, es un espectáculo de gran formato. La división clara
en dos partes, una ortodoxa y otra modernamente flamenca.
Con un teatro abarrotado
comenzó por granainas en homenaje a Chacón, amén de un primer
cante ciertamente personal, alejado de cánones clásicos para
recoger por el jerezano magistralmente junto a la guitarra de Jerónimo Maya que participó y secundó al cantaor en la parte clásica del recital.
La soleá, medida y
arrastrada hacia atrás la pasea por Alcalá, Jerez, Triana y
Lebrija, rematadas por bulerías.
Fotografía cedida por Gilberto González.
La noche estuvo cargada
de grandes colaboraciones. Bien es verdad que a Sergio, no le hace
falta rodearse de artistas en un escenario para, él sólo, llenar el
espacio de la caja escénica con su cante, pero si aprovecha la
ocasión para estar con buenos compañeros y artistas, más que mejor
para un público deseoso de cante. Por eso, dio su sitio al patriarca
de la familia a quién dejó el sitio por seguiriyas. No pudo ser
mejor elección porque el eco de Antonio es de esos de los que quedan
pocos, cargado de sabiduría y años en los escenarios.
No por menor edad
artística demostró menos la que, personalmente, considero la
cantaora más flamenca que tiene Granada en la actualidad: Marina
Heredia. Por bulerías, se acordó de algunos cantaores de culto,
como Gaspar de Utrera, quién parece que es ahora cuando se le está
dando su sitio. Con lo que fue y ha sido. Bien por Marina.
José Cortés 'El Indio'
puso pies y estampa al romance que interpretó el Colorao. La
estética de este bailaor basada en desarrollar su argumento a través
de sus pies validó, en esencia, los olvidos del resto del cuerpo.
Efectista y ponderado. La guitarra increible de Jerónimo Maya puso
el punto de inflexión entre cantes con un gusto exquisito entre lo
antiguo y lo moderno, con guiños a Paco de Lucía y aportaciones
personales.
A partir de aquí, Sergio
cambió de tercio, para introducir un ambiente más moderno, sin
alejarse de las raices flamencas, autentificando su cante con
colaboraciones de lujo: Bernardo Parrilla al violín por tangos, Pepe
Luís Carmona Habichuela con una vidalita marchenera muy personal; en
esta versión se crece y decora los tercios con una estética
flamenca encomiable.
Bulerías y homenaje a
Enrique Morente con 'La leyenda del tiempo' por parte del Colorao que
dejó paso al fin de fiesta por rumbas con letras propias que la
familia ejecuta en las fiestas familiares.
El respaldo musical que
el Colorao eligió para estar con él dejó claro que en Granada hay
grandes artistas y mejores músicos: El Moreno y José de Mode a la
percusión, guitarra de José Cortés El Pirata, Jonathan Santiago al
piano, Victor Ojeda al trombón y Manuel Suárez al bajo. ¡Un
acompañamiento de lujo!
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