Tras la muerte del maestro Paco de Lucía han sido numerosos los medios de comunicación que han escrito artículos, glosas y obituarios a la figura del guitarrista. No he querido, más bien no he podido escribir nada en torno a su persona porque ha sido un palo tan inmenso para un aficionado a la guitarra como yo que no he encontrado las palabras precisas para poder darle las gracias.
No soy el primero, ya que mi amigo Antonio Barberán ya lo ha publicado en su blog, pero a petición de Luis Soler Guevara, quiero sumarme a su petición de publicar dos artículos que ya escribiera sobre Paco de Lucía y aprovechar para darle difusión al menos desde esta plataforma.
ARTÍCULO 1.
Luis Soler Guevara
Cuando Haendel escribió su magnífico Te Deum con motivo de la firma del tratado de Utrecht -aquél que todavía permite la anexión como colonia británica de un trozo de tierra andaluza-, jamás podía el músico alemán imaginarse que muy cerca de ese marco geográfico iba a nacer doscientos treinta y cuatro años después, un gran músico bajo-andaluz, al que los tiempos conocerían como Paco de Lucía.
Si Paco de Lucía hubiera nacido en las calles de Eisenach, Viena, Bonn o Salzburgo, posiblemente el mundo hubiera alumbrado otro Bach, otro Haydn, otro Beethoven u otro Mozart; pero nuestro arte flamenco, también hubiera perdido la mente más preclara de la música flamenco andaluza.
Nunca podremos contrastar si Paco tiene la intuición de Schubert, ni tampoco, si su oído reúne la agudeza de la precisión absoluta -de existir lo absoluto-, que al parecer tuvo Mozart. Ello se aparta de nuestro conocimiento. Serán los historiadores de la música quienes con facultad y sensibilidad lo puedan sancionar algún día.
Sí, Beethoven fue el más grande de los músicos. Bach la música misma, ¿y Paco, un superdotado de la guitarra flamenca, nada más? No, sin duda fue la síntesis, la máxima expresión de la música culta de los pueblos del sur. Si el primero representó la majestad y el segundo la pureza, Paco revolucionó la pureza de la música flamenca sin perder un ápice de su majestad y grandeza.
Entrando en el fondo de la cuestión, ¿es homologable artística y socialmente un guitarrista flamenco, un cantaor o una bailaora flamenca, con la llamada música clásica? ¿Quién o quiénes deciden que ello sea así? ¿La cultura de unos notables que se reúnen en el paraninfo de no sabemos qué real academia? ¿Quiénes son los notables? ¿Quiénes deciden su notabilidad? ¿Qué saben estos de siguiriyas, y de ducas amargas? ¿En qué universidad graduaron sus estudios de Ética de las Artes y del Conocimiento? Son estas demasiadas preguntas, y demasiada también es, la hipocresía de muchos notables que valoran la música desde una perspectiva clasista.
Pero lo que sí podemos responder es que Paco reúne las tres grandes virtudes del inmenso músico que lleva dentro un conocimiento exhaustivo del instrumento, un impresionante dominio de la técnica y una docta cualidad interpretativa.
Pese a las libres interpretaciones que de estas opiniones puedan ofrecerse, convengamos en que Paco, aun no siendo un clásico como Haendel, tampoco es un romántico como Beethoven. Pese a ello se siente más cercano de éstos que de las composiciones de las nuevas tendencias de Edgar Varese. Amarrando la frase en clave flamenca, afirmaré que Paco se encuentra más en el horizonte que une a Montoya con Manolo de Huelva -aceptando cierta deriva hacia Diego del Gastor-, pasando por Sabicas, Borrull, Ricardo y Esteban de Sanlúcar,
El gran músico ruso Mussorgski, al igual que Diego del Gastor sostenía que la música era un medio para conversar con los hombres, no un fin, y su arte, añado, producto de una imperecedera emoción, casi salvaje. En Paco esos destellos quedan estructurados y resueltos técnicamente en la más firme concepción de la música popular.
Paco inspira motivaciones anímicas fecundas en los clásicos y las tiñe de aires románticos, pero no las distorsiona. De ahí su celo por la tradición y también su negación al anquilosamiento. Parece ser que la cumbre del clasicismo se encuentra en Haydn y Mozart. Sin duda el romanticismo en Beethoven y Schubert, ¿y en Bach? Bach que era barroco fue un genio de excepción poseedor de una honradez artística impresionante. Su Clavicordio bien temperado, una monumental y gigantesca obra de cuarenta y ocho preludios...Tiempo habrá de justipreciar la monumental obra de Paco de Lucía: todo un genio de excepción.
Bach con veinte años, ya era violinista de la Capilla del Príncipe, Paco con veinte años interpretaba a Bach. Bach significa en alemán ´arroyo´. Paco, a sus veinte años, ya era un río de música, y su caudal vitalista había puesto en riego todos los campos del mundo de la guitarra flamenca. La obra de Bach fue inconmensurable. También lo es el talento musical del algecireño. Su obra no tiene parangón histórico.
Paco de Lucía sale del pueblo y su alimento cotidiano está impregnado de música popular. A diferencias con los genios de la comúnmente entendida música clásica, ni recibe apoyos de la aristocracia, ni de la burguesía. Es más, algunos disgustos cobró por mantenerse firme como las Torres de Hércules.
Sólo seis cuerdas presas y encadenadas a unas manos dotadas de una especial sensibilidad han sido suficientes para conformar ese milagro. Seis cuerdas a las que todavía un silencio medroso quiere restar importancia y protagonismos. Seis cuerdas que ponen en evidencia a aquellos que, ciegos, ni quieren ni dejan ver, y a los que los anacronismos de los tiempos les hacen precisamente regidores de la cultura de los pueblos.
Paco de Lucía tiene cerca su cincuenta aniversario, nuestra música flamenca muchos más. Los hombres que amamos el flamenco, la música, las artes, aplaudiríamos gozosos el gran homenaje que Paco y este mundo de nuestro arte merecen. Un homenaje universal en el que se sumen los más prestigiosos hombres y mujeres de todas las artes del mundo, un gran encuentro de culturas en el que cita se dé el abrazo fraternal de la cultura de los pueblos del mundo. Ello no sólo es conveniente para el mundo del flamenco y de la cultura andaluza y española, sino también es un acto obligado de justicia.
La fortuna y los tiempos evitarán que surja un nuevo Mendelsson descubridor de la obra del Bach flamenco, entre otras razones porque el algecireño forma parte de la gloria universal de las artes, de la cultura y de la civilización.
Publicado en la revista Candil número 96 noviembre de 1994
ARTÍCULO 2
YO
TAMBIÉN HE LLORADO
A
PACO DE LUCÍA
Hola
Pedro:
Te
duele la muerte de Paco, ¿verdad? Y hasta alguna lágrima se te ha
escapado me dices. Me preguntas si ello es normal. ¿Qué si es
normal? Querido Pedro, todas las muertes duelen. Todas las muertes se
sienten. Morirse es un hecho único e irrepetible que le sucede a
cada ser humano. Por tanto, ante semejante acontecer el género
humano muestra su total desconocimiento del “día después”. De
este hecho no hay estadísticas ni experiencias acumuladas. Nadie lo
contó tras irse.
Aunque
dé la impresión de que pocas veces la vida de los demás nos
preocupe, sin embargo, ello no es así. Sobre todo, cuando tenemos
ciertos vínculos y afectos a alguien al que le tenemos gran
consideración pese a que no le rocemos. Esa percepción que tenemos
se despierta en nosotros sin darnos cuenta. Ello es causa de que
nuestro yo se siente apoderado de una gran tristeza y melancolía. Es
imposible llorar si no se siente dolor, rabia, si no se está triste
o alegre.
La
música —quizás
también en otras artes—
expresa y especialmente en el flamenco, a veces, lo inconmensurable
de ese misterio conocido como el duende. Éste, en tanto que cualidad
perceptible, sólo se da a través de una que llamamos cierta
irracionalidad, que tiene su justificación en nuestros sentimientos.
Ello quizás lo sea así porque tal manifestación se encuentre más
cerca del romanticismo, de lo sublime y de la belleza del discurso en
su aspecto más literario, que de la realidad del hecho en sí mismo,
y de cuya valoración más brillante está en el condicionante
anímico del instante en que éste se vive y percibe.
Es
una perogrullada decir que la muerte de Paco no es una muerte más,
es la de Paco. En un Paco de Lucía con todo su peso en la historia
de la música y del flamenco en particular. ¿Quién puede acceder al
interior de ese bagaje? Únicamente él podía acceder. Ello es un
tesoro cuyo valor se nos escapa de la mente. Pese a lo mucho dejado,
sabemos solamente algo de su contribución. Muy poco, apenas nada
añadiríamos. No obstante ese legado es inmenso.
Por
todo ese caudal también lloramos. Debemos de tener presente que
sentimos dolor porque la muerte no nos lo ha secuestrado por un
tiempo finito al más grande guitarrista del mundo, sino para
siempre, para la eternidad. Para la eternidad también nos queda la
obra del algecireño.
Yo
también he llorado Pedro. Además es bueno llorar, a Paco y a muchos
Paco cuyos ejemplos de vida se encuentran arraigados en nuestros
corazones. Ésa no es una lágrima más provocada por el dolor de la
amarga verdad de su muerte, sino consecuencia de ese traicionero
golpe desde el contraste que sentimos en un gesto de admiración y
cariño hacia el genio. Hoy si tuviéramos que explicar en un
diccionario el significado de genio, bastaría con sólo pronunciar o
escribir el nombre de Paco de Lucía.
¿Cuántas
lágrimas se han ido con Paco? Imposible saberlo. Nosotros no
lloramos sólo por él. Evidentemente se llora por la persona
querida, y Paco es querido en todas las franjas y territorios del
mundo. Lloré por él y por todo lo que él representa para el arte
flamenco, por lo que él significa para algo tan extraordinario e
impresionantemente rico como es esta música, de la que además de
servirse, nos ha servido y nos sirve con su espléndida obra para
alimentar nuestros días, minutos y segundos.
Todos
hemos llorado alguna vez de rabia por las muchas veces que el
flamenco ha sido maltratado y vilipendiado por la incomprensión, el
cinismo y la hipocresía social, pero en esta ocasión lo hemos hecho
por un hombre que toda su vida se la ha pasado acariciando las seis
cuerdas de su guitarra.
Él,
más que ningún otro, entró no sólo poniendo paz, sino también
música en todas las instituciones del mundo y en el corazón de
aquellos que ni tan siquiera entendían determinados encuentros con
otras músicas. De ahí que, en cientos de escenarios muy diversos
hoy sus públicos también lo estén llorando.
Por
todo eso, Pedro, tú lloras. Por todo eso yo lloro.
Luis
Soler Guevara
el mejor de todos los tiempo lo digo como Algecireño .como persona ,como familia y como artista que soy ,el mejor de todos los tiempos,
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