sábado, 7 de diciembre de 2013

KARIME-IVAN-ALBA & AMAYA-VARGAS-HEREDIA

Esta edición de los XIV Encuentros Flamencos de Granada tienen un claro sabor familiar. Familiar  pues son dos familias principalmente las que han copado la casi totalidad de las noches flamencas del teatro en lo que se refiere al baile. Los Maya y los Farrucos.
La segunda gala tuvo la excepción de contar en el escenario con la sobrina nieta de la gran Carmen Amaya, Karime Amaya.
Como dignos herederos de una estirpe flamenca, los más jóvenes de algunas de las mejores castas flamencas se juntaron para demostrar que el futuro del baile está garantizado no sólo en términos genéricos, sino que la esencia que guardan los antepasados de estas familias pasa de generación en generación enriqueciéndose. 
El trío Karime-Iván-Alba nos hizo presagiar que posiblemente viéramos en una misma noche tres estilos propios de danza; tres formas de entender y sentir el baile y tres formas de transmisión. Porque si algo bueno tiene esto del flamenco y del duende es el poder de transmisión que expresa un artista y que viaja hasta el corazón y el alma del que lo disfruta. 

Tras una breve introducción de los tres protagonistas fue Iván quién se responsabilizó de encarar el primer baile (farruca) de la noche con la guitarra de Luís Mariano. 
Sin lugar a dudas, la progresión de Iván en el baile ha sido espectacular. Durante los últimos años, se le achacaba como algo negativo el inequívoco sello familiar de su gente, principalmente de su tío Juan Andrés y las hechuras propias de los Maya. Ya que se trata de sumar y no dividir, Iván, manteniendo la fuerza y el concepto estético aprendido, ha sabido deconstruir su baile y volver ha construirlo en unos modos que nos hacen hablar de un nuevo bailaor. Nuevo a pesar de su larga experiencia. Y lo mejor es que siendo el mismo de siempre ha sabido reinventarse, dar un giro de tuerca a su baile y ser capaz de ofrecer un argumento que va más allá de las fronteras del Sacromonte. 
En su haber un braceo maduro y delicado que se enfrenta a la furia de sus pies; un paradójico encuentro entre la dulzura y la rabia. 


Por otro lado, en su otra intervención en solitario rescató el homenaje a 'Manolete' y Mario Maya por alegrías que ya presentara en su espectáculo 'Yo mismo' y tiempo antes junto a Juan Andrés Maya en el mismo teatro. 
La menor de la saga, Alba Heredia, sigue la estela de sus mayores. Es joven y se encuentra en esa búsqueda de personalidad constante que la diferencie de cualquiera. Su paso por Sevilla fue notorio en la seguiriya, aunque la expresividad melodramática marca de la casa es innegable. A destacar la capacidad de desbrozar el baile con sus brazos y con bata de cola a pesar de no sacarle el partido que se merecía y todo ello empañado por lo ampuloso de sus gestos faciales. 
En contra de lo esperado fue ella la encargada de hacer un homenaje a Carmen Amaya, cuando se lo esperábamos a Karime. 
Con traje blanco y pantalón Alba quiso emular el genio de la del Somorrostro. Tarea árduo compleja al alcance de demasiados pocos. 

La tercera en discordia protagonista, (Karime Amaya) demostró la potencia de su físico y la procedencia genética. De amplios registros, se detuvo en la utilización de sus pies como recurso no sólo efectista sino como eje vertebrador del contenido escénico y corporal de la soleá por bulería. 
En el apartado musical, la guitarra de Luis Mariano y de Justo Fernández 'Tuto' apoyaron magistralmente tanto el baile como el cante de Manuel Tañé y Simón Román (al margen de las tonás que interpretaron) y la impecable percusión de 'Cheyenne' y 'El Moreno'.
 La fiesta del fin se terció por rumbas y la noche con la mejor compañía posible.





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